Varanasi (India)

A decir verdad, nunca me motivó demasiado viajar a la India, aunque es cierto que hace muchos años vi unas imágenes de Varanasi, también conocida como Benarés, y me impactaron bastante. En ellas se veía mucha gente en el Ganges, realizando donaciones, abluciones y…cremaciones. Fue a raíz de visitar a un amigo que estaba trabajando en Mumbai cuando me decidí a visitar el país.

Mi idea en principio era  pasar un días con él en la ciudad donde estaba viviendo y posteriormente ir al llamado «Triángulo dorado», es decir,  Delhi, Agra y Jaipur. Pero entonces recordé las imágenes que había visto hacía tiempo y pensé que había que ir a Varanasi, aunque esto implicara desviarse un poco, por lo que tenía que coger un vuelo interno más. Pero no me importó. Pensaba que tenía que verse y no me equivoqué: esta ciudad, una de las más sagradas para el Hinduismo, es un lugar único.

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Con todo, acudí con una idea preconcebida. Quizás porque lo más llamativo que se realiza en el Ganges son las incineraciones, pensé que era lo principal allí….y no. En los «ghats», que son los escalones que bajan desde el casco antiguo (Chowk) hasta el río y que están divididos en más de 100 secciones a lo largo de más de cinco quilómetros en su orilla occidental, se realizan todo tipo de actividades ya desde la salida del sol, a las 5:30 de la mañana, y el ambiente a todas horas es extraordinario. Llegué pensando que Varanasi era un lugar de muerte y me fui viendo que era un lugar lleno de vida. Y, sin duda, un lugar impactante, donde cada dos pasos te encuentras imágenes increíbles.

 

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A primera hora de la mañana la gente realiza unos baños purificadores, en un ritual que sirve para expiar sus pecados. A continuación, se realizan varias ofrendas, que se depositan en el agua. En los «ghats» la vida especialmente, y la muerte también, no se para. Tras estos rituales religiosos o, mejor dicho, paralelamente, el Ganges se convierte en un lugar que va más allá de lo espiritual, para ser un punto de encuentro social: la gente se hace masajes, se afeita, se baña, lava la ropa, conversa, medita, reza, pasea, cocina, come, juega…el río es un lugar lleno de vida, donde los devotos siguen las instrucciones de los gurús y los sadhus (hombres santos) y ascetas se pasean medio desnudos, muchos de ellos pidiendo nada menos que cinco dólares por una bendición (e incluso por una foto, en un curioso concepto del voto de pobreza).

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Del centenar de «ghats», sólo dos están destinados a las cremaciones, y es por ello que se asocia a Varanasi a estos rituales, porque son los más llamativos. De nuevo, aquí iba con una idea preconcebida (y quién no, cuando has leído que queman a los muertos y arrojan las cenizas al río), pensando que sería un momento de gran intensidad y dramatismo…la verdad es que no es así. Sí que impacta cuando se oyen los cánticos de los que transportan el cuerpo, encima de una camilla de troncos de bambú y cubierto de ornamentos florales, acercándose hasta el río viniendo de entre las callejuelas del casco antiguo, pero posteriormente el ritual se realiza con una rutina sorprendente, y con una desdramatización a la que no estamos acostumbrados por la idea que tenemos de los funerales en Occidente.

El cuerpo es sumergido en el río, se le aplican unos ungüentos y se deja a secar, mientras que unas 10 piras arden los cuerpos sometidos a este proceso en los momentos anteriores. Los familiares negocian la cantidad y precio de la leña necesaria para realizar la cremación, en lo que es todo un arte de calcular cuántos quilos se necesitan para la completa desintegración del cuerpo. Además, el coste depende de la calidad de la madera, siendo la de sándalo la más cara. Es probable que las familias más pobres no tengan el dinero suficiente para que el cuerpo de su difunto quede calcinado por completo, para alegría de los perros que pululan por allí y que se encargarán de acabar el trabajo.

Una vez instalada la pira,  se sacan las decoraciones florales, quedando el cuerpo envuelto únicamente en una túnica. Un sacerdote da instrucciones al hijo mayor, se aplican más ungüentos y se enciende el fuego. No se percibe olor de ningún tipo, ya que mientras que el cadáver quema se van lanzando algunas especias.

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Manikarnika, el principal «ghat» para la realización de cremaciones

 

Me sorprendió la naturalidad con lo que se realiza todo el proceso y, por qué no, el surrealismo de algunas situaciones, como las vacas que campan por ahí a sus anchas, comiéndose las flores decorativas, o el hecho de que algunos intocables, la casta más baja, cuales buscadores de oro, bucean en el río, justo donde se lanzan las cenizas, en búsqueda de anillos y dientes.

No vi dramatismo en todo este proceso, donde los rituales se suceden uno al lado de otro en un ritual casi industrial y en cadena. Los familiares visten de calle, no hay llantos ni sollozos.  La muerte es tan natural como la vida, así que, pensándolo bien, también el final debe carecer de solemnidad. Los cuerpos se queman porque, para los hindúes, de esta manera se rompe el recorrido de las reencarnaciones. Que este ciclo se rompa en un río me parece una metáfora extraordinariamente «heraclitiana».

Lo extraordinario de Varanasi, en el fondo, lo que nos choca realmente, es que nos pone la muerte justo delante de nuestra cara de la forma más natural que existe. Las escenas pueden parecer sorprendentes, lo espiritual nos puede parecer fuera de este mundo, cuando en realidad la muerte es lo más propio de él.

Y es por todo ello que parece que las cremaciones se realicen como un mero trámite. La gente quiere ir a morir allí porque no hay lugar mejor donde hacerlo. Y hay que hacerlo, es lo que a todos nos toca en un momento u otro. Lo que asusta no es esto. Lo que nos debería asustar en el fondo es que tengamos miedo de algo tan lógico, tan real, tan verdadero.

 

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2 respuestas a «Varanasi (India)»

  1. Lugar único donde los haya…..muy buena entrada Xavi, y me alegro infinito de que lo hayas disfrutado de esa manera. No lo conozco, creo que a pesar de todo me costaría mucho despojarme de ciertos prejuicios…..

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