Con Granada me pasó exactamente lo mismo que con Georgetown (Malasia), lugar al que había ido 15 días antes: al leer que era una ciudad colonial (en el primer caso, fundado por españoles y, en el segundo, por chinos) patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, me imaginaba que me encontraría un lugar excesivamente restaurado, donde todas las casas serían restaurantes, tiendas de souvenirs u hoteles-boutiques. E, igual que me pasó con la ciudad malaya, para mí la más interesante de todo el sud-este asiático, la realidad acabó con ese prejuicio. Granada, en Nicaragua, es una ciudad bellísima, pero para nada se ve «falsa». Tiene mucho encanto y, sí que es cierto que muchos edificios están reconstruidos, pero también muchos otros tienen el encanto de lo decadente. Con todo, lo más destacado de la ciudad, además lógicamente de sus casas coloniales, es su magnífico ambiente, lleno de autenticidad.
Granada, fundada por los españoles en 1524, es una bella ciudad nicaragüense, situada a 65 quilómetros al sudeste de Managua, la capital del país. Su edificio más conocido es la catedral, ubicado en la plaza Colón, un lugar de reunión con mucho ambiente, y lugar ideal también para degustar el «vigorón», el plato local por excelencia hecho con yuca cocida, ensalada de repollo y tomate y chicharrón, sobre una hoja de plátano. Con todo, el verdadero rostro de Granada son sus viviendas, casi todas de planta única y pintadas con colores pastel…es la imagen más característica de este lugar que, lejos de ser una «ciudad-museo», está llena de vida.
El ambiente en las calles es extraordinario, con vendedores de comida y muchísima gente comprando, escuchando música, jugando o tomando algo. La plaza Colón es un hervidero, pero el mercado no se queda atrás. La vitalidad de la ciudad se ve concentrada e incrementada por la noche en el que se llama «La Calzada», una calle peatonal, la más importante de la ciudad y que, cuando se va el sol, se llena de gente que va a cenar y músicos callejeros, animando a muchos a bailar de forma improvisada.
Desde Granada se pueden hacer muchas excursiones…una opción es ir en barco por las «Las isletas», un conjunto de 365 islas en el Cocibolca, que es lago que baña la ciudad. Otra opción es ir al volcán Mombacho, a cuya cima, si no se quiere subir andando, hay que acceder en un camión especial puesto que la pendiente es fortísima. Las motocicletas y turismos no tienen suficiente potencia. Una vez arriba se pueden hacer varios «trekkings», algunos guiados y otros por libre. Cuando yo fui, había tanta niebla que no se veía nada.
A medio camino hacia Managua encontramos la ciudad de Masaya que, en sí tampoco no tiene mucho que ofrecer, no así el volcán que está junto a ella. Hasta hace poco se podía andar por sus túneles subterráneos, pero una erupción a mediados del 2016 hizo que quedaran cerrados al público: actualmente solo se puede ver la lava desde arriba. Es recomendable, por tanto, visitarlo de noche, porque es cuando se aprecia mejor.
No lejos está la Laguna de apoyo. Actualmente es un lago, con la particularidad que anteriormente fue un volcán que, al explosionar, descendió su nivel, para luego llenarse de agua. Así pues, la laguna ocupa el lugar del cráter. Se puede ver perfectamente desde el pueblo de Catarina, y visitar en una excursión de ida y vuelta en un día desde Granada, pero yo recomiendo hacer noche en alguno de los hoteles que hay en su orilla: los hay con mucho encanto y poderse bañar en la laguna a primera hora de la mañana o pasear por su orilla escuchando los monos aulladores (también llamados «monos congos», una especie muy característica de Nicaragua) es una experiencia muy bonita.
La Laguna de Apoyo desde el mirador de Catarina
Granada es sin duda y por tanto un lugar muy recomendable. Se trata de una de las ciudades coloniales más bonitas de todo Centroamérica, llena de estampas cotidianas e imágenes pintorescas. El turismo no ha acabado con la vida local, llena de autenticidad, amabilidad y espontaneidad. Este fue uno de los motivos por los que elegí Nicaragua como mi primera (y de momento única) visita a Centroamérica: quizás es el país más pobre de la región, pero su combinación de arquitectura colonial, carácter de la gente, poca influencia turística y naturaleza espectacular (especialmente sus volcanes) es lo que me hizo decidir. Y no solo eso, sino también algo que yo valoro mucho en un país: que sus historia reciente y actual tenga interés.
En Nicaragua se palpa muchísimo la política y un siglo de alternancia entre dictaduras y gobiernos revolucionarios ha marcado y marca la idiosincrasia de un país. Tras los colores pastel de las casas coloniales, tras los ritmos de la música latina, tras la profunda religiosidad de sus habitantes, tras el verdor de las naturaleza resurgida tras la ceniza de un volcán, tras todo lo que el visitante percibe en sus primeras impresiones del país, se esconde la fisonomía verdadera de un país, aquel que tras un siglo a sangre y fuego, aun mantiene un frágil equilibrio entre facciones políticas totalmente opuestas.
Muy interesante , habrá q ir!!
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Precioso lo que cuentas de esa zona en la que viví tanto tiempo. Una pequeña zona de todo lo que ofrece Nicaragua…Todo es espectacular: la isla de Ometepe con sus dos volcanes, la ciudad colonial «menos maquillada» de León, la reserva -en gran parte aún inexplorada- de Indio Maíz al sur del país, pasar unos días en Corn Island o dormir bajo las estrellas en uno de los cayos Miskitos para empaparse de la cultura caribeña.
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Muchas gracias por comentar y leer!
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