¿Qué es viajar (para mí)?

Viajar es ir más allá. Ir más allá en el espacio físico pero, sobre todo, ir más allá dentro de uno mismo. Un viaje no (me) sirve para desconectar. Esto querría decir que no soy yo la mayor parte del tiempo. Un viaje me sirve para conectar de forma más fuerte conmigo mismo. Porque un viaje es un aprendizaje. Una muestra de vida. O, al menos, lo que para mí debería ser la vida, mi vida. En un viaje, cada día es diferente, único e irrepetible. Hoy ves cosas que jamás has visto y que mañana no volverás a ver. Y, ya que estás ahí, ya que has hecho muchos quilómetros para llegar hasta allí, debes aprovecharlo.

Pero aprovecharlo siendo consciente de que aquel momento es único. Siendo consciente, en definitiva, que ese momento es lo único que existe. ¿Y no debería ser toda la vida así? ¿No deberíamos ser conscientes en cada instante que lo que estamos viviendo es único e irrepetible?¿Y por qué no lo hacemos? Si fuéramos capaces de ver que cada instante es único, como hacemos en un viaje, que cada instante, nos guste más o menos, es tal cual, queramos o no… ¿no llevaríamos una vida más plena? El viaje por tanto no desconecta de la cotidianidad. El viaje es una enseñanza de cómo deberíamos afrontar la cotidianidad. La realidad. El día a día. En un viaje, hoy estamos aquí y mañana no. ¿No es igual que la vida? Viajar es ir más allá. En el espacio. Pero yo disfruto del viaje en el que realmente voy más allá dentro de mí. Como apunta el maestro Ramon Bayés, la mejor definición de persona es el viaje. La experiencia única e intransferible que vive cada uno a cada paso. Y lo que nos determina es nuestra capacidad de seguir. El viaje como metáfora de vida. Como ejemplo de vida.

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