Oeste de Saravak (Malasia)

Malasia es uno de los países más injustamente olvidados a nivel turístico de todo el sud-este asiático, pero en mi opinión es uno de los más atractivos (y no sólo por esto). Quizás no tiene ningún lugar de fama mundial, pero goza de la que para mí es la ciudad más interesante de toda la región (Georgetown) y de un gran número de parques naturales que, precisamente por su bajo número de visitantes, se pueden recorrer y disfrutar con tranquilidad. Además es, sin contar Singuapur, el más avanzado de ellos. Y, no sólo eso, sino que hay quien dice incluso que es el mejor país para degustar su gastronomía. No sé si su cocina es la más sabrosa, pero sin duda sí que es la más variada, debido a sus importantes comunidades inmigrantes, especialmente la china y la india.

Algunos de los  parques se encuentran en Borneo, donde Malasia tiene dos estados, Sabah y Saravak, en el norte de la isla (el sur pertenece a Indonesia). La deforestación debido a la quema de bosques y junglas para plantar aceite de palma hace que estos parques sean un valor aún más importante, si cabe. Quizás el más interesante de ellos, y el más famoso también, es el de Gunung Mulu, en el centro del estado, cerca de Brunéi y patrimonio de la humanidad. Con todo, yo no fui a ese. Prefería quedarme en el oeste, alrededor de la capital, Kuching, y estuve en esa zona cuatro días muy agradables y variados, visitando la ciudad, un par de parques y el centro de rehabilitación de orangutanes de Semenggoh.

Llegué temprano a Kuching en un avión proviniente de Georgetown y, tras instalarme en el hotel, me me fui a Kubah, el parque nacional donde hay más tipos de palmeras diferentes de todo el mundo y donde recorrí varios senderos alucinando con la vegetación y los insectos extraños que pude ver. Gran experiencia selvática.

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A la vuelta, paseo por Kuching, una ciudad agradable, con bonitas casas coloniales y una mezquita curiosa. Además, en el paseo del río Saravak hay muy buen amiente al atardecer, con bonitas vistas de la puesta de sol.

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Al día siguiente me dirigí al principal atractivo de la zona, el Parque nacional de Bako,  donde sólo se puede acceder en barco, desde un muelle más o menos a una hora en autobús desde Kuching. Al llegar caminé por un sendero circular de varios quilómetros y después de hacer un circuito nocturno guiado, dormí en el parque: gran acierto. No tiene precio el ver la puesta de sol sentado en la arena. Casi todos los visitantes van y vuelven el mismo día, y son pocos los que se quedan a pasar la noche en el parque. Hay unos bungalows que se deben reservar con antelación y sin duda es la mejor opción: se puede disfrutar de la puesta de sol cuando ya no queda casi nadie (excepto algunos monos cleptómanos) y al día siguiente se puede caminar por los senderos a primera hora totalmente solo.

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El parque es bonito, está bien señalizado y se puede observar naturaleza muy exuberante, incluyendo plantas carnívoras.

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A nivel de avistamiento de animales, el aliciente principal del Parque Nacional de Bako son los monos narigudos, una especie en peligro de extinción endémica de Borneo. Son muy fáciles de ver a primera hora de la mañana o última de la tarde en la entrada del parque. Pero ahí es donde se agrupan la mayoría de visitantes y observar estos curiosos proboscidios de esta manera pierde gran parte del encanto. Pregunté en el centro de visitantes y me dijeron que a primera hora, en otra playa, a un quilómetro de la entrada, los podía ver.

No me lo pensé y al día siguiente me desperté a las 6 de la mañana y, mapa en mano, me dirigí hasta el lugar indicado. Allí viví una de las mejores experiencias que he tenido en todos mis viajes: dos horas bañándome solo en una bonita playa mientras observaba los narigudos comiendo en los árboles. Fue muy bonito, la verdad. Después, hice otro trekking, hasta las otras playas.

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De vuelta a Kuching, al día siguiente crucé el río y fui al otro lado, donde hay una serie de pueblos … es muy auténtico, los turistas no van y la gente te saluda por la calle.

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Después, y como última actividad de estos cuatro días que pasé en Saravak, me dirigé al Centro de rehabilitación de orangutanes de Semengghoh. Hay dos horarios de visita, coincidiendo con sendos momentos en que les dan de comer (y, por tanto, cuando aparecen): a las 9:00 y a las 15:00. Fui a la segunda. Aparecieron el segundo macho alfa y dos orangutanes medianos…fue una bonita experiencia, pero algo deslucida por estar rodeado de turistas gritones. Con todo, impresiona mucho ver a estos parientes nuestros. Y te hace pensar, de nuevo, en el hecho de por qué s nos pensamos que somos superiores que las otras especies con las que compartimos planeta y, sobre todo, por qué nos pensamos que tenemos derechos sobre ellas: que estos hermosos animales tengan que estar protegidos en semi-libertad porque si no se mueren dice muy poco de cómo ha evolucionado la “humanidad”.

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En fin, Malasia sin duda es un país muy recomendable para quien se sienta atraído por Asia pero busque cierto confort y, sobre todo, buenos parques, gastronomía inmejorable, cultura y huir de la masas turísticas.

 

2 respuestas a «Oeste de Saravak (Malasia)»

  1. Hola, muy buen relato. En febrero viajo a kuching mi intención es ir también 4dias.Me gustaría ir también a estos sitios que describe. Pero mi única preocupación es la del tiempo ya que voy en febrero (época de monzones) crees que sería muy arriesgado ir hasta Kuching para hacer estas actividades. Un saludo

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