Georgetown fue la gran sorpresa del viaje que hice a Malasia y solo puedo entender que no guste si eres el típico viajero que detesta ciudades como Nápoles o Lisboa “porque son decadentes”. Si eres en cambio el que se emociona con Florencia o incluso con ciertas partes de Barcelona, es decir, ciudades-museo que han perdido su esencia y cualquier atisbo de vida local, entonces olvídate de Georgetown. Yo no sabía qué esperar.
Había leído que era una “ciudad decrépita”. Por otro lado, el hecho de saber que era patrimonio mundial me hacía pensar que serían tres calles con shophouses rehabilitadas y convertidas en restaurantes para turistas, hoteles-boutique o tiendas de souvenirs. Gran error. Cuando fui entrando a la ciudad en taxi desde el aeropuerto no me podía creer lo que veía: toda la ciudad eran shophouses. La mayoría descuidadas, sí…pero con un encanto brutal. Tras instalarme al hotel rápidamente fui a callejear por la ciudad, sin mapa ni nada. Para mí tiene un interés enorme, y no solo por la arquitectura de la ciudad, sino porque los edificios aun conservan dentro de ellos muchos oficios tradicionales.
Ves una ciudad muy auténtica y viva, increíblemente fotogénica, donde en cada rincón hay alguna actividad, especialmente de la comunidad china (rituales, teatro, etc…) pero también india. Si a eso le añades el Clan jettys (el muelle, con casas de madera sobre pilones), el barrio colonial, el arte callejero, la comida… Tiene una calle que viene a ser el Kao San road local (Chulia) llena de turistas, pero fuera de ello, es una ciudad muy auténtica, con casas muchas de ellas destartaladas, pero que yo encontré muy bella, y de muchísimo interés. Mi ciudad favorita del sudeste asiático, sin duda. Ojo, es mi opinión. A mucha gente no le gustará. A mí, me encantó.