Sabía que no podría llegar a entenderlo, pero quería intentarlo. Casi todos los países del mundo tienen una religión mayoritaria. No se me ocurre ninguno en Asia, en cambio, en que sus habitantes se dividan más o menos al 50% en sus creencias, y menos siendo estas las dos fes monoteístas más seguidas del planeta. El Líbano es un país que rompe moldes en Oriente Próximo pero, a su vez y paradójicamente, es un compendio de todo lo que sucede en esa zona del mundo. Y esa zona del mundo, a su vez, lo es de lo que sucede a nivel mundial. Porque a escala “local”, el país está marcado por acontecimientos como la guerra civil, que tuvo lugar de 1975 a 1990, y la invasión de Israel, en el 2006. A nivel regional, por el conflicto de este último con Palestina y por la guerra civil en Siria, primero como revuelta democrática y luego como enfrenamiento entre el yihadismo y las fuerzas del régimen apoyadas por Rusia e Irán, país enfrentado, a su vez, con Arabia Saudí. Y ahí es donde indirectamente el Líbano se convierte en un compendio de lo que sucede a nivel mundial. Los chiitas de Hezbolá, un partido político libanés con un brazo armado considerado organización terrorista por Occidente, tienen como objetivo acabar con el estado de Israel y están financiados por Irán, que a su vez es el enemigo histórico de los saudíes, por ser sunitas, que son aliados de Estados Unidos, que están a la greña con Rusia, aliada de los iraníes en la guerra civil en Siria y en disputa con una Turquía con la que luchan por esa zona del mundo en su propia visión del expansionismo musulmán. El círculo a nivel global se cierra con un Irán enfrentado a Estados Unidos, que le tiene embargado, y que se disputa el liderazgo mundial…con China, a quien, por el embargo gringo, le vende el petróleo, puesto que el régimen de los ayatolás es el cuarto país en número de reservas petroleras.



En todo esto pienso cuando estoy a punto de aterrizar en este estado pequeño en tamaño pero enorme para los amantes de la geopolítica. El Líbano, país mediterráneo donde los cristianos hablan árabe. El Líbano, país árabe donde los cristianos gobiernan por ley. El Líbano, ese país fascinante, variado, complejo (valga la redundancia…los países complejos acostumbran a ser variados), marcado en su inconsciente por un pasado reciente traumático y por un presente dificilísimo: mi viaje coincide con una crisis económica brutal. La inflación y la devaluación son bestiales, la gente no puede sacar dinero del banco y el gobierno solo da un par de horas de electricidad al día. Aterrizo en el aeropuerto Rafic Hariri, bautizado así en nombre del presidente del país, asesinado en un atentado en el 2015 y, a las 12 de la noche, las calles del que era el “París de Oriente” a mediados del siglo pasado están tan oscuras como su futuro.
Llego al hotel a la 1 de la noche y salgo a cenar algo. Mi prioridad ahora, además de que no me atropelle ningún coche -en total pasaré seis noches en Beirut y solo veré un semáforo que funcione- es saber a cuánto está realmente la moneda del país. Poco antes de salir había visto que 1500 libras libanesas eran un dólar. Encuentro un restaurante que por suerte está abierto a esa hora, pido un shawarma, conocido errónea y popularmente como “kebab”, y un plato de hummus y pago con un billete de 10 euros. O el hombre se ha equivocado (me da de cambio el equivalente a 90 euros) o la libra realmente tiene en la calle una cotización muy diferente a la de los bancos. Al día siguiente veré que, efectivamente, se trata de esto último.
A las 9:00 de la mañana llaman a la puerta de la habitación. Me levanto de la cama, abro y me encuentro a un chaval. Dice que viene a limpiar la habitación. Le digo que venga más tarde, por favor. Replica que para él mi presencia no es molestia. Le intento hacer ver que para mí la suya sí. Estoy en pijama, me tengo que duchar y vestirme. No me entiende. Lo dejo por imposible, así que me pongo a charlar. Con la ayuda del traductor del móvil, podemos conversar un poco. Mahmoud sólo tiene 16 años y es sirio. Por la guerra, huyó de su país, donde todavía se encuentran sus padres. Ahora vive en un campo de refugiados a las afueras de Beirut. En ese momento me doy cuenta de que las historias personales que me encontraré en este viaje van a ser mucho más interesantes que las visitas que tenía previsto realizar.
(El artículo completo aparecerá en el siguiente libro)





