Colorado y el este de Utah (Estados Unidos)

Hacer un «road trip»  en Estados Unidos tiene algo de romántico. Quizás es porque sin querer asociamos el viajar con las grandes migraciones americanas hacia el oeste, conquistando también nosotros un territorio del que hasta el momento sólo teníamos una idea. Sea como sea, el recorrido básico en coche por Estados Unidos, el circuito en el que casi todo el mundo piensa cuando habla de «la costa oeste», incluye varios lugares fundamentales, como el Grand Canyon (Arizona) y Las Vegas (Nevada). Luego, al gusto del consumidor, se pueden añadir ciudades (San Francisco y Los Angeles son bastante fijos en las quinielas), todos los parques que se quieran (especialmente Yosemite, en California, y Bryce y Zion, en Utah), algún que otro lugar mítico, como Monument Valley, y la costa del Pacífico, especialmente el tramo llamado «Big Sur».

Hay otros «road trips» conocidos, como el que sigue la ruta 66 (o parte de ella), entre Chicago y Los Angeles, la llamada ruta del blues (que incluye ciudades como Nashville, Nueva Orleans o Memphis) y circuitos por el noreste (incluyendo casi siempre Nueva York, Boston, las cataratas del Niágara y Washington y, en menor medida, el estado de Pensilvania, además de Philadelphia y Baltimore).
Pues bien…habiendo hecho el «road trip» típico de San Francisco, Grand Canyon y Las vegas, además del del noreste, en 2015 decidí realizar otro, en esta ocasión por Colorado. ¿Por qué? Pues porque en el anterior me gustó mucho lo que vi, pero algunas cosas no me acabaron de agradar, o además eché en falta otras. Por ejemplo:
-Monument valley: sí, es espectacular, pero para mí el hecho de ser un circuito cerrado le resta encanto
-Grand Canyon y Zion: brutales…pero no acabas de disfrutar del paisaje porque está lleno de gente gritando…demasiados turistas…lo dije en el foro correspondiente y lo repito aquí: en los miradores debería estar obligado estar en silencio. No puedes disfrutar del todo de esos majestuosos paisajes, que requieren silencio para apreciarse, si está lleno de visitantes maleducados.
-Los parques están muy bien, pero me decepcionó un tanto el paisaje entre ellos…vamos, que vas por las carreteras de Arizona y Utah y tampoco es que sea nada del otro mundo.
-No había pueblecitos con encanto…los pueblos del sudoeste no tienen demasiada gracia, a excepción de contadísimas excepciones, como Flasgstaff, que no dejan de ser dos calles. De acuerdo que vas a esa zona por los parques, no por los pueblos, pero se agradecen también, en el caso de haberlos: tiene más gracia que no dormir en un motel de carretera.

Así pues, me gustó tanto el viaje que quise «repetir» (por repetir me refiero a ir a otro lugar con parques «rocosos») pero a su vez mirando si podía mejor estos aspectos que os he ido enumerando. Me documenté y llegué a la conclusión de que Colorado reunía los requisitos que buscaba: hermosos parques, pero también menos masificación y, además, pueblos y algo de cultura. Qué gran decisión fue…
Recorrido básico:
Día 0: Llegada a Denver y noche en Boulder
Día 1: Rocky mountains national park y noche en Grand Lake
Día 2: Rocky mountains national park y dormir en Leadville
Día 3: Black Canyon of the Gunnison national park y dormir en Montrose
Día 4: Million dollar highway: Ouray, Silverton y dormir en Durango
Día 5: Mesa Verde national park y dormir en Moab (Utah)
Día 6: Canyonsland national park, Dead horse state park y dormir en Moab
Día 7: Arches national park y dormir en Glenwood springs (de nuevo en Colorado)
Día 8: Boulder

He decidido explicar este post, a diferencia de los anteriores, a modo de un diario…creo que es más adecuado para hacer la crónica de un viaje de estas características:
Día 1: Muchas guías recomiendan no hacer noche en Denver, tras llegar en avión hasta esta ciudad, sino en Boulder, una ciudad más cercana al Rocky mountains national park y además con más ambiente, ya que es una sede universitaria, y más bonita. Desayunamos y nos dirigimos hacia el parque, que está dividido en dos partes: la zona este, por donde entra casi todo el mundo ya que es la que da a la parte de Denver, y la oeste. La primera destaca más por las montañas, la segunda por las planicies, aunque en todas partes hay de todo.  Hicimos el trail Bear lake, a los tres lagos…el más bonito, el Nymph lake…es mágico.

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Fue una bonita excursión de unos 6 quilómetros de subir y bajas viendo tres lagos, totalmente diferentes entre sí.  Hicimos la espectacular Trail ridge road, que pasa por una tundra entre montañas de más de 11.000 pies, donde vimos un montón de ciervos, y llegamos a nuestro alojamiento, una casa particular en una cabaña de madera. Ya era de noche, y nos recibieron dos entrañables viejecitos.

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Día 2: Al llegar tarde la noche anterior, no habíamos visto en qué paraje estaba la casa…al despertarnos, alucinamos. Era una casita de madera con un jardín y que daba a un lago privado. Genial. El hombre nos hizo unos «wafles» buenísimos y dimos buena cuenta de un magnífico desayuno casero. Nos llevó a pasear por el lago y luego estuvimos charlando un buen rato con la pareja…fue encantador. Pero tocaba irse…y antes de abandonar el parque de las montañas rocosas hicimos un trail de 5 quilómetros llamado «Grand meadow». Al principio atraviesas un bosque, y no tiene mucha gracia…la recompensa es llegar a una gran explanada, una bellísima pradera y en la que incluso pudimos ver un par de alces.

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Comimos unas magníficas costillas en Grand lake, ciudad principal de la zona, y tocaba irse hacia el sur…tres horas hasta Leadville. Habíamos disfrutado de un paisaje de tipo alpino y ahora queríamos estar en un pueblo…resulta que Colorado, a parte de sus paisajes, es el estado donde más casas de finales del s. XIX y principios del XX se conservan o, en otras palabras, más «pueblos del antiguo oeste». Era otro aliciente del viaje y realmente fue un genial contrapunto al tema paisajístico. Leadville es una ciudad «auténtica», nada reconstruida, y que se conserva casi igual que hace un siglo y medio. Además, nos alojamos en el hotel Delaware, un lugar histórico de 1880, que se conserva tal cual, con sus suelos de madera y la decoración original. Fue increíble. Habían sido tres horas desde Grand Lake, y tocaba descansar.

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Día 3: Rumbo hacia el oeste, hacia Montrose, siguiente base. Este pueblo en sí no tiene nada, pero está muy cerca del segundo de los cinco parques nacionales que haríamos en todo el viaje, el Black canyon of the Gunnison. Se trata de un bonito parque, que se basa en un cañón profundísimo. Es diferente que el Grand cañón, tiene otras formas y otros colores. Los trails no son nada del otro mundo, lo mejor son las vistas desde los miradores…de nuevo, quien quiera consejos más concretos, que me pregunte. Un muy buen parque, realmente una buena parada entre la zona de las montañas rocosas y la zona del oeste de Colorado.

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Por cierto, olvidé decirlo…el paisaje de todo el estado, mientras se conduce, es espectacular. Y no me refiero solo a dentro de los parques: yendo entre pueblo y pueblo vas gozando de vistas increíbles: llanuras verdes, ríos, las rocosas de fondo, ranchos con caballos, vías del tren…la verdad es que tiene muchísimo encanto, mucho más que el sudoeste, en este sentido. En fin, noche en un motel de Montrose, baño en la piscina y a dormir.

Día 4: Este día no tocaba ningún parque, y sí en cambio, hacer «pueblos del oeste». Al salir de Montrose, paramos en un pequeño museo, el Museum of the western mountain, totalmente recomendable. Lo montó un enamorado del far west y contiene miles de objetos, reproducciones de antiguas tiendas, edificios de la época…Un lugar muy recomendable.

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Ese día no tocaba ningún parque. Recorrimos la llamada «Milion dollar highway», llamada así porque unía diferentes pueblos que se desarrollaron y enriquecieron con la fiebre del oro…y se nota en el paisaje: no solo destaca por las bonitas montañas, también porque vas viendo minas abandonadas. Empezamos por Ouray (bonito pero demasiado turístico), comimos en Silverton (muy auténtico…incluso la segunda calle principal no está ni asfaltada…realmente te imaginas allí a los cowboys y la vida de esa ciudad) y a la tarde Durango, también turístico pero con mucho ambiente.

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Un gran día, sin duda. Y también una gran noche: nos alojamos en un rancho cerca de Durango, con una familia encantadora con la que departimos y que vivía en una enorme casa en un gran terreno particular, donde incluso había ciervos…¡y osos! Genial.
Por cierto, no lo he comentado, pero la comida, en general, algo mejor que en la zona de Arizona y Utah, donde, se cocina mucho con mantequilla y te acabas hartando…Colorado es algo más «europeo», más abierta (de hecho, es el único estado donde la marihuana es legal), más tipo a las costas este y oeste, y en este sentido hay bastante más variedad de comidas…lógicamente, los waffles para desayunar y las hamburguesas para comer era algo obligado, pero también pudimos disfrutar de buenos restaurantes mexicanos.
Día 5: Hoy tocaba el tercero de los parques de Colorado, el Mesa Verde, que era uno de los que más me motivaba porque al aspecto natural se le unía el aspecto cultural. Ya se ha hablado bastante de este parque, y de hecho hay un hilo propio, así que tampoco cabe enrollarse mucho. La verdad es que es interesantísimo. Y curioso ver cómo los indios anasazi, que poblaron la zona mediante sobre el año 1000 d.C. y abandonaron los pueblos que habían construido aun no se sabe bien por qué, son coetáneos de unos europeos de la edad media…es curioso el contraste. El propietario de la casa donde estábamos alojados en Durango nos recomendó que reserváramos las visitas más interesantes (Cliff palace, que se hizo algo pesada por la lentitud de la explicación y lo numeroso del grupo que éramos) y Balcony house (muy interesante, solo éramos cuatro personas visitándola; hay que subir unas escaleras que realmente producen algo de vértigo).

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Además vimos el Spruce tree house, para lo cual no hace falta reservar ni pagar. En definitiva, un lugar muy recomendable, patrimonio de la UNESCO. Apuramos al máximo el parque y cuando anochecía, nos fuimos a Moab. Un nuevo estado, Utah, nos esperaba.

Día 6:  Ya durante los días previos, al viajar hacia el oeste, el paisaje había ido cambiando. De las grandes cumbres de las Rocosas se fue pasando a las llanuras de Colorado. Y al ir hacia Utah, el paisaje desértico iba imperando. Despertarse en Moab sin ver sus alrededores fue realmente chocante: montañas rojas, como si fuera Marte, rodean la ciudad. El paisaje de Utah es totalmente diferente al de Colorado, es como cambiar no de país, sino de continente. Ese día teníamos una agenda llena: por la mañana Canyonlands national park. Al mediodía, Dead horse state park. Por la noche, el Delicate arch, en Arches national park, por el tema de verlo mientras anochece, por cómo le da la luz…se ve que es típico. Pero vayamos por partes: Canyonlands me impresionó sobremanera.

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Utah es espectacular (de hecho, es lo que buscaba al querer «repetir» algo parecido a lo que había hecho el año anterior con el Grand Canyon, el Monument valley y el Bryce). Para comer, a Moab, un buen filete y un batido, en un dinner típico. Después, al Arches que, es totalmente diferente al parque nacional de Canyonlands (éste es más de paisajes, el otro, de vistas concretas de arcos).  Para cenar, a un buen mexicano, Jilbertos, en la calle principal de Moab, que está llena de restaurantes.

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Día 7: Teníamos más ganas de los rocosos parques de Utah, ya que el paisaje es absolutamente fascinante…Hicimos el Arches  y, para salir del estado, fuimos por la carretera escénica 128. ¡ ¡Espectacular! Vas bordeando el río Colorado, donde incluso me bañé, mientras el paisaje es como el del Monument valley, pero a mi juicio mejor, ya que aquí no es un circuito cerrado, sino que te vas encontrando las montañas, y eso me pareció más genial.

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Cogimos al interestatal hacia el este, dirección Denver, y para dormir lo hicimos en un motel estándar en Glenwood springs…habíamos vuelto al estado que habíamos abandonado dos días antes.
Día 8: Hoy tocaba hacer Boulder, donde llegamos en unas tres horas. Antes quisimos visitar una reserva natural de bisontes en Denver, Arsenal wildlife refuge, pero estaba cerrado por ser lunes….Boulder es ciudad universitaria muy animada, con mucho encanto, y donde visitamos el college y también la zona histórica, con un montón de edificios impresionantes y bellísimos d de principios de S.XIX.

Se había acabado un road trip magnífico en una zona muy conocida por los norteamericanos pero poco por la gente de fuera, que se centra sobre todo en California y Arizona. Sin duda, Colorado, por su variedad (parques alpinos, parques rocosos, pueblos del oeste con encanto), es uno de los estados más recomendables de todo el país.

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