Templos de Angkor: guía práctica para huir de las masas

Angkor es un impresionante sitio arqueológico compuesto por decenas de templos que el imperio jemer construyó entre los siglos IX y XV. Lo imponente de las construcciones en algunos casos, la belleza de los relieves escultóricos en otros y el entorno selvático en varios de ellos, entre muchos alicientes, hacen de esta maravilla, patrimonio mundial por la UNESCO, un visita de gran interés. No en vano, en las tópicas listas de «lugares que hay que visitar una vez en la vida», se sitúan siempre en el top 10 junto a las pirámides de Egipto, la muralla china, el Machu Pichu, Petra y alguno más. Seguramente es el sitio cultural de mayor interés en todo el sudeste asiático y el más visitado. ¿Qué conlleva todo esto? Pues muy sencillo: masificación turística. Cada vez más. Y ahora que los chinos están empezando a viajar,  la cosa puede llegar a convertirse en una experiencia insoportable si no se tiene un poco de habilidad para esquivar a las masas, cierto estoicismo y un poco de resignación.

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Iba mentalizado para tener que aguantar muchos turistas. De hecho, es lo único que me hacía dudar si ir o no a Angkor. Y es que me conozco, sé lo que quiero y sé que si hay masificación, por muy bonito que sea un lugar, no lo disfruto. Cada vez aprecio más el silencio y creo que hay lugares, sobre todo los naturales, que con ruido no se pueden disfrutar. Por mucho que uno sea mentalmente fuerte e intente abstraerse, es físicamente imposible. Los templos de Angkor son una maravilla arquitectónica pero también destacan por su enclave; muchos de ellos en plena naturaleza, y, se quiera o no, no se puede tener una experiencia completa del todo si tienes decenas de turistas gritando a tu alrededor. A pesar de los carteles indicativos de que hay que guardar silencio ya que se trata de un lugar sagrado, vi con mucho pesar que muchos grupos nada más llegar se ponían a gritar, hacerse fotos y reír. Parece ser que es lo único que quiere mucha gente: ir al templo a hacer la foto para demostrar que ha estado allí y disfrutar del lugar como si fuera un parque temático. Me parece lamentable…y claro, cada uno que lo viva como quiera, pero si esto está prohibido y, además, me afecta, pues lo dicho…cuesta disfrutar del todo del lugar.

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Y ahí va mi valoración por tanto de los templos de Angkor, antes de entrar propiamente en comentar el recorrido: me han gustado mucho. Se “tienen que ver” como mínimo una vez en la vida. Son espectaculares, una de las maravillas del mundo. Pero, a pesar de que me gustaron mucho y los disfruté, y vi algo único, que no había visto nunca…tampoco considero que haya sido una de las experiencias más memorables de cuantos viajes he hecho. Es una tontería comparar, lo sé, por tanto tampoco no mencionaré otros lugares de los que sí guardo un recuerdo único y que están en mi “top 10 de viajes”, pero no sé si fue porque las expectativas estaban altísimas, por la tristeza de ver a los niños utilizados para vender souvenirs, por la insistencia de los vendedores, por lo que he comentado de la masificación o lo que fuera (sobre todo es porque en mis últimos viajes sí que vi cosas que me dejaron extasiado y con la boca abierta, y aquí no he tenido esta experiencia) o simplemente porque comparo con mis viajes inmediatos que he hecho, pero no fue una visita 100% satisfactoria. No se me malentienda, espero. El lugar es impresionante y sin duda se tiene que ver. Hablo de mi propia experiencia. No de lo que vi, sino de cómo lo viví.

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IMG_9632.JPGLos niños que piden dinero ya tienen la respuesta preparada cuando les dices que deberían estar en la escuela: te dicen que ya se ha acabado, sea la hora que sea o sea la época del año que sea

 

El primer día, acompañado de la guía Los tesoros de Angkor de Maria Albanese, me levanté a las 4:30 para ir a sacar el pase y luego ir a Angkor Wat. Aún era negra noche y ya se veían decenas de tuk tuks, coches y autocares llenos de gente con la misma idea. Así pues, y por lo que os he dicho antes, porque yo no voy a echar la foto, sino a disfrutar de la contemplación y el silencio del lugar y rodeado de centenares de personas no se puede, me marché de allí. El conductor del tut-tuk  me recomendó ir otro templo, el de Pre Rup. Quizás la vista no era tan impresionante, pero habría menos gente, me dijo. Bueno, estaba nublado, así que no hubo foto ni en Angkor Wat ni en Pre Rup, pero al menos en este estaba sólo con cuatro personas más y además me iba de paso para el Banteay Srei, al que llegué a las 7:15, siendo el primer visitante. Pude disfrutar con calma del templo que tiene de los mejores relieves (si no los mejores) de todo el sitio. Un policía andaba por ahí diciendo que si le dabas 5 euros te dejaba entrar en la parte central, cuyo acceso está prohibido, para ver de cerca los relieves. Le dijo que no y lo bajó a dos. Ni regalado. No quiero contribuir a la corrupción y me fastidió que hubiera gente que lo hiciera.

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Beantay Srei es quizás el templo con los mejores detalles escultóricos

 

Sobre las 8:30 el lugar ya empezaba a llenarse. Por cierto, si queréis disfrutar de buenas vistas, sólo salir del templo, ir hacia la derecha. Hay varios caminos donde disfrutar de paisajes de arrozales y bueyes. Esta recomendación sirve para casi todos los templos del circuito largo, que son los que más integrados están en la naturaleza: si podéis (y queréis, claro), no os limitéis a ver los templos y ya está: a mí me gustó irme por los caminos adyacentes y meterme en medio de la naturaleza…tampoco hay que desviarse mucho ni ir muy lejos…unas decenas de metros y disfrutas del verdor de la jungla, además de tener vistas de los templos y disfrutarlos mejor de su integración en el entorno.

IMG_9618.JPGAlrededores del templo
Tras el Banteay Srei fui al Beantey Samré, que me gustó mucho. También estaba prácticamente solo y me encantó: por su arquitectura imponente, ya que parece una fortaleza, y por contraste con el anterior, mucho más delicado y sutil.

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Beantay Samré contrasta con el anterior

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Continué el llamado «itinerario largo» con los siguientes, menos el Pre Rup, que ya había visto a primera hora: Mebon oriental (no mata si ya has visto el anterior), Ta Som (me gustó mucho), Neak Pean (curioso por su ubicación diferente, pero es prescindible) y el Preh Khan (muy bueno).

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Tres fotos del Ta Som

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IMG_9652.JPGY otras tres más, estas del Preh Khan

 

Al día siguiente, sin ánimo de madrugar pero con la idea de hacer el «circuito corto» empezando por alguno de los templos más visitados, visité el Bayón a las 7:30 de la mañana. No estaba solo, pero sí que había poca gente, y lo pude gozar hasta las 8:30, cuando empezó el goteo de visitantes. El templo es de los más importantes, y es claramente identificativo por los enormes rostros esculpidos:

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Entonces, ya un poco harto de la gente (al subir arriba del Bayón aquello era insoportable), decidir modificar la ruta y buscar algún camino poco transitado y algún templo poco visitado, como el Ta Nei. Se me ocurrió mirar en el mapa y vi que desde este templo y en dirección este había un camino que se acababa en una puerta, y según los mapas, no continuaba. Fijaos en cualquier plano: la entrada para vehículos a Ankor Thom se hace por un camino en dirección este, pero justo debajo, también en dirección este, donde está el inicio de la penosa atracción del paseo en elefante, hay un camino que va hacia otra puerta y que parece que finaliza. Es un camino que sale justo de la mitad del lado este del Bayón (no como la carretera principal, que sale de unos 100 metros más al norte). Así pues, pillé ese camino sin saber hacia donde iría. Tras más o menos 1,5 quilómetros, llegué a una puerta en la muralla, igual que las otras, sólo que no había nadie.

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La verdad es que estaba alucinando porque era muy bonito y parecía mentira que tras el gentío de Angkor Thom, ahí no hubiera nadie. Es como si nadie conociera ese camino. Pasé la puerta, me metí bosque adentro y llegué a una bifurcación. Por orientación, cogí el camino de la izquierda, que era más estrecho que el anterior (por aquí no podían pasar vehículos de cuatro ruedas) y seguí andando cosa de un quilómetro. Aparecí en la carretera este de acceso a Angkor Thom, desde donde seguí hasta el Ta Keo y luego de allí otro quilómetro por el bosque hasta el Ta Nei. Me encantó esta ruta y me encantó este templo, en medio de la naturaleza, sin visitantes ni vendedores. Además, los vehículos están prohibidos (sólo los coches con guía), así que se tiene que llegar allí necesariamente andando. Disfruté mucho al poder explorar ese templo con tranquilidad y de las vistas en silencio de su bello entorno:

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Tras este momento necesario después del ajetreo del Bayón, y más o menos después de haber andado 10 quilómetros, llegué de nuevo a Angkor Thom, dispuesto a visitar la Terraza de los Elefantes y la del Rey Leproso. Luego fui al Phnom Bahkeng (no vale la pena si ya has visto otros templos-montaña) y acabé en Angkor Wat. Evidentemente, la parte central estaba llenísima de gente, pero se puede estar tranquilo contemplando el templo tanto desde delante (justo antes de los estancos) como desde detrás, además de en los pasillos llenos de bajorelieves, que son espectaculares. Además, había algunos monjes en el recinto, con los que estuve charlando un rato. A pesar de ser el más conocido, no es el que más disfruté.

 

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Al día siguiente prefería hacer más templos en lugar de pueblos flotantes…no solo porque ya había visto algo parecido en el trayecto desde Battambang (sé que no es lo mismo), sino sobre todo porque me faltaba uno de los “must”, el Ta Prohm. De nuevo, a primera hora, había poca gente, y lo pude disfrutar mucho, tanto el templo en sí como el entorno. Quizás fue lo que más disfruté en todos estos tres días, puesto que el silencio, la naturaleza, el templo devorado por los árboles…fue una experiencia increíble. Tras éste, visité el Bantai Kdei, muy bueno también y donde estuvo lloviendo una hora, para acabar en Prasat Kravan, que parece un chiste comparado con lo anterior pero tiene lo bueno que, al estar reconstruido, te haces una idea fidedigna de cómo eran los muros y las torres (prasats) de los templos. Abandoné el recinto para ir al restaurant Star Rise, con fama de hacer uno de los mejores amoks (plato nacional camboyano por excelencia, hecho de pescado con salsa de coco, aunque no se consume comúnmente), y luego hacia el aeropuerto. El avión salía a las 18:00.

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El impresionante Ta Phrom

En conclusión, una visita muy recomendable, por supuesto, como no podía ser de otra manera, pero que, si quieres visitar con calma y sin agobios, conviene planificarse bien. Y, como siempre digo, acabar haciendo lo que sientas y lo que creas que es mejor para disfrutar del lugar, basándote en la experiencia del primer día así como usando un poco la intuición. El viaje de cada uno es personal y lo mejor no es intentar hacer lo que han hecho otros, sino hacer lo que realmente sientas de hacer. Yo utilicé los impagables consejos de varios foros pero también me desvié hacia rutas nada transitadas porque necesitaba ver algo de naturaleza. Por tanto, no pondré ninguna ruta “que se tenga que hacer”, solo aconsejaré algo bastante obvio, sobre todo si estás tres días, como yo: ya que Angkor Wat está a petar a todas horas, ya desde las 6:00 porque la gente va a ver la salida del sol, intentad estar a las 7:15 cada día en alguno de estos templos: Beantay Srei, Bayon y Ta Phrom, porque son los más visitados y así es la mejor manera de disfrutarlos solos o prácticamente solos. Para el resto, no intentéis ver todo lo que podáis, porque algunos se hacen repetitivos por parecidos, especialmente los templos-montaña (Pre Rup, Mebon oriental, etc.); id a vuestro ritmo, disfrutad de los detalles escultóricos, disfrutad del entorno natural y los alrededores de los templos (y no sólo de éstos), tened paciencia ante las masas, poneos tapones en los oídos (no es broma, yo lo hice), escuchad música (lo mejor es visitar los templos en silencio, escuchando sólo los insectos y pájaros, pero como eso es difícil, especialmente en los de Angkor Thom, ponerse auriculares escuchando algo de música clásica da un plus de intensidad al lugar, y se evita de paso tener que oir a los otros visitantes) y no os sentís obligados a visitarlo todo, solo lo que os pida el ánimo, la intuición y la curiosidad. Eso si queréis y tenéis un poco de inquietud por la arquitectura, la naturaleza, la contemplación, la observación del detalle y el disfrute del silencio.

Yo cuando estuve allí tuve una sensación: Angkor es piedra, pero también es jungla. ¿Por qué? No lo sé. Quizás por la importancia, capital, que tenían los ríos en la vida de aquel tiempo. Quizás porque el hecho que los árboles devoren los templos no es más que un señal de que todo pasa. Todo acaba finalizando, hasta los más grandes imperios. Todo empieza con la naturaleza y todo acaba con ella. Y lo humano, lo que construimos los hombres, sólo está en medio de forma perecedera. Llegé a Angkor pensando que era piedra y me fui sabiendo que era piedra desgastada en la maleza. Estando ahí tuve la necesidad de salir de los templos y verlos desde fuera. No sabía por qué. Y no puse nombre a esa sensación hasta que, dos días después de volver, leí una cita de Tao Te Cheng que decía: «Quien comprende el camino de la naturaleza llega a apreciarlo todo». Y entonces, comprendí lo que me pasaba. Y entonces, y sólo entonces aprecié verdaderamente Angkor.

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5 respuestas a «Templos de Angkor: guía práctica para huir de las masas»

  1. Hola Xavier, esa sensación de la que hablas, ese sí, es impresionante pero no acaba de llenarme a mí me pasó con Petra. Sí, hay que ir i verlo, y no me arrepiento de haberlo hecho, pero no me impresionó tanto como esperaba. Angkor yo sí lo disfruté, quizás porque, al menos en mi recuerdo, no había tanta gente. Un abrazo.

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  2. n el 1996 no podies aventurar-te fora dels recintes marcats d’algun temples ni sortir a caminar per allà on volies, perquè el país encara estava ple de mines personals. Nomes podies caminar per camins asfaltats o per llocs on veies que ells caminaven. Era el primer cop que visitava un país que acabava de sortir d’una guerra, amb una generació perduda, sense premsa, sense llibres, amb molta misèria, amb la capital plena de runes i amb els forats dels trets a les façanes…. Mai mes he volgut visitar un país amb aquestes condicions ni visitar presons ni camps de concentració… Els temples d’Angkor eren un oasis en el cor d’un país que en prou feines aconseguia sortint-se

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