Kiev (Ucrania)

Lectura durante el viaje: El maestro y Margarita (Mikhail Bulgakov)

Me gustan las ciudades ex soviéticas, las iglesias ortodoxas, los alfabetos diferentes y los lugares no masificados turísticamente, así que Kiev estaba en mi punto de mira desde hacía un tiempo, y la verdad es que no me ha defraudado en absoluto.

A nivel arquitectónico uno puede pensar que en la capital de Ucrania solo encontrará edificios mastodónticos de estilo estalinista y templos religiosos coronados por cúpulas bulbosas. Y sí, de esto hay en Kiev. Pero lo más destacable, a mi entender, es la gran cantidad de edificios de finales del siglo XIX y principios del XX que podemos encontrar. Son más de 1000 construcciones de la época imperial rusa, la mayoría de las cuales se encuentra en estado decadente, lo cual le confiere, a mi entender, un mayor atractivo e interés.

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Catedral de Santa Sofía

 

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Las características babushkas, ancianas con pañuelo, vendiendo fruta o flores a la salida de las paradas del metro, forman parte del panorama de la ciudad tanto como una juventud totalmente europeizada en una ciudad muy agradable para ser recorrida a pie, ya sea por los edificios comentados anteriormente, por el gran ambiente callejero (con muchísimos músicos) o por su gran número de zonas verdes. Los alicientes son muchos y variados, empezando por el religioso: los frescos de las paredes interiores de la catedral de Santa Sofía, construida para rivalizar con su homónima en la antigua Constantinopla, son una delicia. Y explorar los pasadizos subterráneos del Monasterio de las Cuevas, donde la gente va a honrar los féretros de los antiguos monjes y a rezar, es toda una experiencia. Los cánticos, el incienso y las velas crean un clima muy especial en este lugar tan claustrofóbico como especial. Ambos lugares están declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO.

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A parte de estos dos sitios, el centro está lleno de iglesias y catedrales ortodoxas, con sus cúpulas características. El mercado principal, el edificio de la Ópera, las grandes avenidas con edificios enormes (y no por ello poco elegantes), las casas señoriales de la época modernista, mercadillos de parafernalia comunista y museos de interés, como el de la Segunda Guerra Mundial (para los soviéticos, la “Gran guerra patriótica) o el de la aviación, entre otros alicientes, hacen de Kiev un lugar de visita muy recomendable. Y dos horas tenemos Chernóbil.

 

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La visita a esta zona no está exenta de polémica. ¿Banalización de la catástrofe? Depende de la actitud con la que se encare. Creo que es un lugar con muchísimo interés en muchos aspectos, siempre desde el respeto y, lógicamente, la precaución. Ver los edificios abandonados y en estado ruinoso, reconquistados ahora por la naturaleza, da que pensar. Lo más interesante es ver las instalaciones abandonadas de Prípiat (el gimnasio, el parque de atracciones…), la ciudad principal y más cercana a la planta nuclear, cuyo reactor 4, el que explotó, está cubierto ahora con un enorme sarcófago.

 

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Es curioso, cuanto más viajo más me doy cuenta que, en un principio, lo que me motiva al ir a un país es su arquitectura, sus paisajes, su cultura y su gastronomía….dicho llanamente, “lo que hay que ver”, que es lo diferente a lo que estamos acostumbrados. Pero luego, una vez allí, uno ve que lo más interesante son las historias personales, marcadas muchas veces por la realidad y actualidad del país. Y esta realidad está marcada en muchas ocasiones por causas externas a estas personas, que los determina: la política de su país mayormente (y la de su vecinos), y los fenómenos naturales en menor medida.

 

Fui al Nepal para ver sus templos, pero lo que más me impactó fue conocer a gente que había perdido su casa en el terremoto. Fui a Burkina Faso por su cultura ancestral y me conmovió ver niños trabando en minas de oro. Fui a Nicaragua para admirarme de sus ciudades coloniales y naturaleza, pero me llenó más hablar con gente indignada por la deriva autoritaria de unos políticos que se dicen herederos de la revolución sandinista pero ahora actúan despóticamente. Se da el caso, por casualidad o por subsconsciencia, que todos los países en los que he estado últimamente se encuentran puteados, y perdón por la expresión, por otros de mayor peso económico y, a nivel internacional, político. O ahora, o antes de sus independencias. Los países africanos tras la descolonización francesa, los de Asia Central tras las diferentes ocupaciones imperiales, Pakistán respecto a la India o, en el último caso, Ucrania respecto a Rusia.

Sí, en Kiev me alució el ambiente religioso de las cuevas del monasterio, pero también ver a madres que reclamaban que se encontraras los cadáveres de sus hijos, militares desaparecidos en la guerra con Rusia tras la ocupación (y pérdida) de Crimea. Muchísimos cuerpos se encuentran enterrados en bosques, y los pocos que se ocupan de ello buscan tanto a militares ucranianos como a rebeldes pro-rusos, con lo cual son denostados y considerados traidores por ambas partes.

Viajamos para ver “lo auténtico” de un lugar, cuando no hay nada más “típico” que sus habitantes y las causas ajenas que los determinan. Esto es lo más característico realmente de los lugares.

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3 respuestas a «Kiev (Ucrania)»

  1. Sin ser creyente, siempre me ha llamado muchísimo la atención y me ha atraído poderosamente la religión ortodoxa, la entrega enfervorizada de sus creyentes, me resulta asombrosa. Desde el más puro respeto, en muchos países he contemplado este «espectáculo» absolutamente fascinada. Los lugares religiosos que describes en esta entrada me han entusiasmado. Kiev está en mi lista desde hace muchos años, pero no tengo prisa por ir, como al resto de sitios, porque comparto contigo en que lo mejor de los lugares, lo REAL está en esa interacción, en la que verbal y/o gestualmente, se da a conocer un pueblo. Y para eso no hay que tener prisa. Muy, muy interesante tu entrada, como es habitual. Respecto a Chernóbil, cre se está empezando a convertir en un parque temático. Dicen que la fe mueve montañas, yo creo que el morbo, va mucho más allá.

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