Libro antes del viaje: Abril quebrado (Ismail Kadaré)
Libro durante el viaje: Barro más dulce que la miel (Margo Rejmer)
(El artículo se publicará directamente en el libro que estoy preparando)



Tirana, la capital de Albania, es una ciudad que va cogiendo colorido tras la caída del Comunismo. Su antiguo alcalde, Edi Rama, pintor de profesión, incluso activó una iniciativa para pintar las fachadas de los grises edificios de la épica soviética. Por todas partes se ven, además, floristerías y fruterías.


El dictador Enver Hoxha mandó construir casi 200.00 búnkeres para estar protegidos en caso de ataque nuclear. En su paranoia, pensaba que todo el mundo, primero Occidente pero luego la URSS y después China, era el enemigo, y Albania el último bastión del paraíso estalinista que había que mantener. Arriba, el despacho del ministro del Interior, en un búnker enorme en el centro de la ciudad. Lo normal es ver el tipo de construcción-iglú (el de la foto inferior, en el parque Nacional de Dajti, cerca de Tirana), especialmente en las zonas fronterizas. Algunos búnkeres se han reconvertido en restaurantes.


Berat, a 100 quilómetros al sur de Tirana, es una bella localidad, declarada Patrimionio mundial por la UNESCO. Es conocidad como «la ciudad de las 1000 ventanas», y destaca por sus casas otomanas encaramadas en las colinas.


Por todos lados se pueden ver muchísimos coches de gama alta. La mafia albano-kosovar es una realidad, pero esto no afecta al viajero. Albania es un país segurísimo y con una mala fama inmerecida.


Los mercadillos de ropa son algo habitual en muchísimas calles de Tirana, cuya mayoría de barrios tienen más aspecto de pueblo que de capital europea, lo cual le confiere mucho encanto.


En Albania hay coexistencia pacífica de Cristianismo, mayormente ortodoxo, e Islam. Una minoría de musulmanes son bektashíes, una secta de esta última religión. Destacan por adorar a los santos sufíes, algo que también he visto recientemente en Sudán y Pakistán, por tener como lugares de culto sin minarete los llamados “tekkes” (en la foto superior, uno activo en Tirana; en la inferior, la sala donde los derviches bailaban hasta entrar en trance en el tekke histórico de Berat) y por pertenecer a la rama chiita, aunque no son del todo aceptados por ésta ya que incluyen preceptos del Cristianismo.




El lago Ohrid, en Macedonia del Norte, está declarado Patrimonio mundial por la UNESCO tanto a nivel cultural como natural. Llegó a haber 365 iglesias ortodoxas en la zona, de las cuales quedan unas 60, la mayoría en la población de Ohrid. Destacan las de San Juan Kaneo (foto 1) por su ubicación, la de Sveta Bogoroditsa Periblevtos (foto 2), que es la que conserva mejores frescos, la de Sveta Sofía (foto 3), que es la catedral y el monasterio de Sveti Naum (foto 4), a 30 quilómetros al sur.


La naturaleza en el lago Ohrid, que sirve además de frontera con Albania y es uno de los más antiguos y profundos de Europa, es extraordinaria.
Estoy deseando tener ese libro en mis manos..! Por si quieres seguir buceando en la zona, te recomiendo El tiempo de las Cabras, de Luan Starova 😉 Gracias por compartir, como siempre.
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¡Me lo apunto, sin duda! ¡Muchas gracias!
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Interesants reflexions, una zona del món prou desconeguda, aqui al costat,, intenta anar a zones de majoria etnica diferent al pais on actualment estan, son interesants,, com els monasteris protegits, Srebrenica, o Mitrovice,, inclus Mostar on el pont es un mur
Salut i viatges
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Gràcies per comentar, com sempre, Agustí! Sí, Bòsnia té la seva pròpia entrada al blog. Una abraçada!
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